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Durante las últimas décadas, la intensificación de la agricultura ha provocado una pérdida de heterogeneidad en el paisaje a escala global. Las grandes superficies de monocultivo destinadas a maximizar la producción y la eliminación de la vegetación presente de forma natural en las lindes de los cultivos, causan la simplificación de la matriz agrícola, provocando un grave declive en la biodiversidad y las funciones ecológicas de los ecosistemas agrarios. En este contexto, nos enfrentamos al desafío de poder encontrar alternativas de manejo agrícola que nos permitan conciliar los sistemas productivos con la biodiversidad y los servicios ecosistémicos distintos a los de la propia producción.
Los agroecosistemas proveen y consumen servicios ecosistémicos desde sus orígenes, pero la intensificación de la producción agrícola ha provocado que durante las últimas décadas el consumo de los servicios de abastecimiento supere la capacidad de regeneración de otros servicios como los de regulación o soporte. En este sentido, la sostenibilidad de los agroecosistemas se basa en (1) asegurar la mayor cantidad de servicios ecosistémicos mediante una gestión multifuncional de la producción agrícola y (2) un manejo adecuado de las explotaciones enfocado en la diversificación del hábitat y el incremento de la biodiversidad como principales aliados de la producción.
La restauración estratégica de agroecosistemas constituye una herramienta fundamental para diversificar el hábitat e incrementar la biodiversidad en paisajes agrícolas simplificados. Dentro de las actuaciones que pueden llevarse a cabo se encuentra la revegetación de las lindes o bordes de las parcelas mediante la creación de setos o estructuras verdes que diversifican la matriz agrícola, constituyen un elemento clave para la conservación de la biodiversidad, maximizan la rentabilidad de los cultivos y permiten, al mismo tiempo, su adaptación a distintos escenarios de cambio. Los setos formados por árboles y/o arbustos autóctonos cumplen con una multitud de funciones ecológicas ya que, al incrementar la biodiversidad mejora el equilibrio ecológico y los servicios ecosistémicos de los agroecosistemas.
Pueden leer el artículo completo en el número 182 de Óleo.