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La verticilosis del olivo está causada por el hongo Verticillium dahliae y se considera la enfermedad más importante del olivo a nivel mundial debido a los altos niveles de mortalidad y reducción de la producción que ocasiona. Con un patógeno que puede sobrevivir más de 14 años en el suelo y sin ningún método de control químico efectivo contra la enfermedad, la comunidad investigadora se afana en encontrar una solución.
En este contexto, la inducción de resistencia en la planta se erige como un mecanismo de acción de determinados microorganismos beneficiosos para hacer frente al patógeno, según han comprobado los investigadores de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO) Antonio Trapero, Ana López y Carlos Agustí en un trabajo realizado junto al Grupo de Bioquímica y Biotecnología del Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural, Universitat Jaume I de Castellón.
Este estudio profundiza en el mecanismo de acción de estos compuestos, ya que observaron que los microorganismos no mostraban un efecto directo frente al patógeno mediante ensayos in vitro. Por tanto, se planteó la hipótesis de que estos compuestos estuvieran implicados en la inducción de resistencia en la planta, es decir, la mejora de las defensas naturales de los olivos que, previamente tratados, tenían más capacidad de hacer frente a la enfermedad una vez que se infectaban.
Mediante el estudio de los parámetros que están involucrados en la activación de estos mecanismos de “defensa natural” de las plantas, se comprobó que, efectivamente, el modo de acción de los dos microorganismos mencionados es la inducción de resistencia.
En cuanto a las conclusiones, además de confirmar la activación de la defensa de la planta, para Ana López “lo más llamativo fue que la inducción de resistencia causada por los dos microorganismos utilizados está regulada por distintas rutas metabólicas. Mientras que B. amyloliquefaciens desencadena la activación de defensas a través de la ruta del ácido salicílico, cuando aplicamos A. pullulans detectamos que la ruta implicada corresponde a la regulada por el ácido jasmónico)”.
Una ventaja de la inducción de resistencia es que es inespecífica y se puede expresar frente a V. dahliae, pero también frente a otros patógenos. Además, en el caso de los microorganismos estudiados “hemos comprobado que también tienen efecto cuando son aplicados vía foliar, lo que facilita su aplicación encampo” resalta Antonio Trapero.