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Según el informe “Evolución del crédito a empresas por sectores de actividad en España 2007-2017” a cartera de créditos al sector primario, que engloba las actividades de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, cerró 2017 con un total de 20.330 millones de euros, que suponen un crecimiento del 7,6% respecto al ejercicio del año anterior. El informe ha sido realizado por la consultora AIS Group, especialista en gestión del riesgo de crédito.
De acuerdo con el estudio, la cartera de crédito a este sector ha experimentado una aumento progresivo desde el 2015 con unas tasas del 2,3% en ese ejercicio y un 7,2% en 2016. Si bien es la tasa de variación del sector primario es la más alta de todos los sectores económicos, su peso en el total del crédito a las empresas representa apenas el 3% del crédito total a actividades productivas del sistema financiero español. Pero hay que destacar su aporte al PIB ha aumentado en la última década. Mientras que al cierre de 2007 era del 2,8%, al final de 2017 era del 3,2%. En cuanto a su aporte al empleo apenas hay variación en estos 10 años. Así, si en 2007 el 3,9% de la población ocupada trabajaba en el sector primario, en 2017 lo hace el 4%.
Desde 2007 la cartera de crédito a las empresas del sector primario ha caído un 19%, pasando de 25.200 millones de euros en diciembre de 2007 a los 20.300 millones al cierre de 2017. Aunque sus horas más bajas llegaron en 2014, cuando tras 6 años de descenso continuado, se situó en algo más de 17.500 millones de euros. Desde ese año la remontada está siendo constante.
La cartera de créditos a empresas de este segmento está en manos de los bancos, 20.100 millones de euros. Las EFC, por su parte, tienen algo menos de 220 millones de estas operaciones. Si bien su tendencia es alcista desde 2013, algo antes que en los bancos. En cualquier caso, ni unas ni otros han recuperado todavía los niveles previos a la crisis.
En cuanto a la tasa de morosidad en la cartera de crédito a actividades productivas del sector primario, está en descenso desde 2013 tanto en bancos como en EFCs. Así en 2017 se situaba en un 7,5% en la cartera de los bancos, frente al 2,9% de la de las EFCs. Estas cifras están bastante alejadas ya de los registros de 2013, cuando la morosidad alcanzó el máximo, superando el 12% en ambos tipos de entidad.