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La transformación del sector del olivar a lo largo de estos años ha venido marcada por las acciones realizadas por personas, bien sea en estructuras organizativas privadas o públicas con mayor o menor tamaño. Hablamos por tanto de personas, de figuras clave en el cambio hacia otros modelos que aportan energía, visión y conocimiento. Una de esas figuras en el sector oleícola actual es Manuel Parras Rosa, catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados de la UJA y presidente del CES de la provincia de Jaén. Profesor, investigador, escritor y gestor en este ámbito que nos ocupa, y que Óleo entrevista en este número especial.
¿Qué destacaría de la evolución del sector oleícola en los últimos 60 años?
Son muchos los aspectos a destacar, pero me quedo con el aumento de la demanda mundial de aceites de oliva, debido, fundamentalmente, a sus demostrados efectos saludables. En los últimos treinta años, consumo se ha duplicado, pasando de 1,5 millones de toneladas a algo más de 3 millones de toneladas, aunque, aún así, la cuota de mercado de los aceites de oliva frente a los aceites y grasas ha disminuido, estando, ahora, en el entorno del 1,5%. Por otro lado, la apuesta por la calidad de los aceites de oliva. En tercer lugar, el progreso tecnológico en el campo y en las almazaras. La expansión del regadío. El aumento de la venta de aceites de oliva en la gran distribución y, recientemente, en el canal on line. Y, en menor medida, la apuesta por la sostenibilidad y por el acercamiento de los productores a los mercados. En estos dos últimos aspectos, aunque se ha avanzado, tenemos las asignaturas pendientes.
Desde su punto de vista, ¿qué factores han favorecido el posicionamiento actual del sector a nivel mundial? Ventajas y desventajas.
Bueno, ya me he referido a ello. Creo que los efectos positivos para la salud de los aceites de oliva han sido el factor determinante del crecimiento de la demanda y, con ello, también de la oferta. Este aumento de la demanda ha permitido unos niveles de precios y el mantenimiento de olivares que, de no haberse producido este aumento, hubieran dejado de ser rentables y se hubieran abandonado. En estos momentos al sector oleícola hay que pedirle que siga siendo saludable, pero desde un punto de vista más amplio. De salud planetaria. Se trata de que contribuya a la mitigación del cambio climático, al mantenimiento de la biodiversidad, a la dinamización territorial, etc. En definitiva, las ventajas vienen por la calidad de los aceites de oliva y sus características. Las desventajas frente a otros aceites y grasas están en el precio, un obstáculo salvable si ofrecemos productos por los que los consumidores estén dispuestos a pagar un diferencial y, para ello, hemos de ofrecer aceites de oliva aumentados, éticos, es decir, productos que verdaderamente contribuyan a la salud del planeta. Y no solo hemos de hacer mención a los productos comercializables -aceituna de mesa, aceites de oliva, oleoturismo, etc.-, sino a los bienes públicos que un olivar bien cuidado genera.
¿En qué punto se encuentra el sector en estos momentos?, y ¿cuáles serían las líneas de acción más importantes a desarrollar?
Si exceptuamos el último año, tenemos un problema que es el estancamiento de la demanda a escala mundial, propiciado, paradójicamente, por el descenso o no aumento, en el mejor de los casos, de la demanda de los países productores, como España, Italia y Grecia. Curiosamente el mismo fenómeno, el envejecimiento de la población explica el aumento del consumo de aceites de oliva en países como EE.UU., Brasil, Japón, Canadá, Alemania, Reino Unido, etc. y su estancamiento o descenso en España, Italia y Grecia. En efecto, a medida que cumplimos años, los consumidores de estos últimos países consumimos menos grasas, comemos más platos hechos a la plancha, etc. y, por lo tanto, disminuimos nuestra ingesta de aceites de oliva. Sin embargo, en los primeros, a medida que la gente cumple años, cambia sus grasas, de aceites de semillas a aceites de oliva, aumentando el consumo. Por lo tanto, recuperar el consumo en los principales países productores es el principal reto, con independencia de que sigamos haciendo campañas en otros países. Los jóvenes, los millennials, el canal HORECA y la restauración colectiva son claves en este proceso. Lo de la restauración colectiva es paradójico porque mientras que las administraciones públicas invierten dinero en promocionar los aceites de oliva no obligan a que en sus comedores públicos -colegios, hospitales, ejército, guarderías, etc.- se consuman aceites de oliva. Y si lo hicieran, esta sería la mejor promoción que podrían hacer.
Tienen disponible la entrevista completa para su lectura en el número especial 60ºAniversario de Óleo.