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Investigadores de la Universidad de Almería han creado un método analítico rápido, sencillo y de bajo coste para detectar, en los aceites vegetales, sustancias producidas por hongos cuyo efecto es perjudicial para la salud. El sistema, cuyo objeto de estudio no tiene precedentes, ha detectado la presencia de microtoxinas en el 40% de las muestras y puede significar un avance importante de cara a regulaciones futuras que afecten la seguridad alimentaria.
El análisis de los expertos se realizó a través de de una técnica, la cromatografía de líquidos, que separa las sustancias y permite obtener una identificación única de cada líquido, determinando los niveles de microtoxinas que en el aceite oscilan entre 0,5 y 1 microgramo por kilo de producto. Hasta el momento, las organizaciones sanitarias habían establecido unos niveles máximos de microtoxinas permitidas para el consumo en cereales y semillas, pero no existían restricciones para el producto manufacturado ni, en consecuencia, para el aceite de oliva. Por primera vez existe un estudio sobre la presencia de estas sustancias en el aceite, que además proporciona una herramienta para determinar los valores óptimos que garantizan la seguridad alimentaria.
La FAO estima que más del 25% de los productos agrícolas están contaminados por toxinas, y, más concretamente, por uno de sus compuestos la aflatoxina, relacionada con el cáncer de hígado. La organización de la ONU excluyó al aceite de oliva del reglamento que establece los niveles de microtoxinas porque se creía que, durante el proceso de producción, estas se eliminaban casi por completo. Este estudio, sin embargo, desmiente tal creencia y abre nuevos horizontes, tras detectar contaminación en el 40% de las muestras, llegando incluso al 82% de aflatoxinas del tipo G2 en aceite de orujo crudo o un 72% de zearalenonas en los casos del aceite de oliva refinado. Los niveles de zearalenona detectados, eso sí, no superaron en ningún caso los 25,6 microgramos por kilo, muy lejos de los 400 permitidos en un producto que sí tiene regulación al respecto, como el aceite de maíz. La aflatoxina, sin embargo, sí alcanzó niveles que superan las cantidades aconsejadas en las semillas en un 14% de las muestras.
Los realizadores del estudio creen que, a tenor de los resultados, se hace necesario establecer los valores máximos permitidos y realizar controles rutinarios de estos compuestos en aceites vegetales comestibles, a fin de "garantizar la seguridad de los alimentos en estos productos".