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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, y la Interprofesional del Aceite de Orujo de Oliva, ORIVA, han abierto una nueva vía para la prevención del alzhéimer a través de la dieta con Aceite de Orujo de Oliva. Esta es una de las principales conclusiones del estudio “Protección frente a la enfermedad de Alzhéimer mediante la atenuación de la activación de microglía por el Aceite de Orujo de Oliva” realizado por el Instituto de la Grasa del CSIC, con el doctor Javier Sánchez Perona como investigador principal. La presentación tuvo lugar en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
El alzhéimer, cuya causa se desconoce aún, es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la neuroinflamación. Esta neuroinflamación está relacionada con la sobreactivación de la microglía, un conjunto de células del sistema nervioso central cuya función principal es defensiva. En esta línea, la investigación ha explorado el potencial del Aceite de Orujo de Oliva para contrarrestar la inflamación de la microglía.
Tras 18 meses de ensayos, la hipótesis de partida ha sido confirmada, concluyendo que los compuestos bioactivos del Aceite de Orujo de Oliva – ácido oleanólico, α-tocoferol y β-sitosterol - pueden tener un efecto protector frente al alzhéimer atenuando la activación de la microglía.
“Las distintas concentraciones usadas de componentes menores de Aceite de Orujo de Oliva han reducido los marcadores de inflamación neuronal. En algunos casos, los compuestos han anulado e incluso revertido estos marcadores” ha explicado Sánchez Perona. En la primera fase del estudio, en la que las células han sido estimuladas con lipoposacárido (LPS), la reducción de los marcadores de inflamación en microglía ha sido de entre un 50% y un 95%. En la segunda fase del estudio, en la que las células han sido estimuladas con lipoproteínas ricas en triglicéridos (TRL), la reducción ha sido aún más significativa, alcanzando entre un 100% y un 185%.
Sánchez Perona ha destacado que “la investigación desarrollada para ORIVA supone un nuevo hito al demostrar una hipótesis de investigación inédita hasta el momento. Lo principal es que hemos constatado que el transporte de la grasa en la dieta puede contribuir a desarrollar la enfermedad. Por tanto, podemos aprovechar estas lipoproteínas a modo de Caballo de Troya para suministrar al cerebro compuestos con actividad anti-inflamatoria”.
Para seguir avanzando en esta línea, el estudio continuará con la segunda etapa prevista consistente en ensayos clínicos para demostrar si estos efectos son replicables en humanos.