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La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha presentado un exhaustivo informe sobre el sector olivarero, analizando las últimas diez campañas de aceite de oliva, con resultados que reflejan tanto un crecimiento en la comercialización como una creciente inestabilidad en la producción. El informe detalla las tendencias y desafíos que enfrenta el sector, destacando la fidelización de los consumidores y el papel clave de España en la configuración de los precios del aceite de oliva en el mercado mundial.
La comercialización de aceite de oliva: una tendencia al alza
Según los datos proporcionados por la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), la comercialización de aceite de oliva ha mostrado un crecimiento constante a lo largo de la última década, alcanzando una media anual de 1.420.330 toneladas, superando de forma constante la producción media, que se ha situado en 1.212.070 toneladas por campaña. Cristóbal Cano, responsable de la sectorial de Olivar y Aceite de Oliva de UPA, subraya que la tendencia de consumo es positiva, ya que, pese al desconocimiento de muchos mercados, el aceite de oliva continúa siendo la grasa vegetal más saludable y preferida por los consumidores.
"Aunque el aumento de los precios en los últimos años no ha generado un aumento en los stocks finales, se ha vendido todo el aceite disponible, lo que demuestra el apoyo y la fidelidad del consumidor, tanto a nivel nacional como internacional", comenta Cano.
La producción, marcada por la inestabilidad
Por otro lado, el informe también refleja una creciente inestabilidad en la producción de aceite de oliva. La media de producción en las últimas campañas ha experimentado variaciones significativas, afectadas por factores climáticos, como la sequía y el cambio climático, así como por la baja rentabilidad del cultivo. Según Cano, el sector olivarero en España se enfrenta a varios desafíos, tales como la edad avanzada de los titulares de las explotaciones agrarias, la falta de mecanización en el olivar tradicional y los elevados costes de producción, lo que limita la capacidad de inversión en nuevas tecnologías. Además, la disponibilidad de agua, tanto de riego como de lluvia, se está convirtiendo en un factor crucial para el futuro de la producción.
España marca las condiciones del mercado global
Uno de los puntos más destacados del informe es el análisis del papel que España desempeña en la configuración del mercado mundial del aceite de oliva. UPA asegura que el país es el principal actor en la fijación de los precios, y que si los precios en origen bajan, es únicamente debido a las operaciones realizadas dentro del país y al aprovechamiento de los especuladores. Actualmente, España produce el 40% del aceite de oliva a nivel mundial, lo que le otorga una influencia decisiva en la formación de precios.
Cristóbal Cano también denuncia que, a pesar de la magnitud de la producción española, algunos actores del sector contribuyen activamente a la espiral bajista de los precios, lo que perjudica a los productores, especialmente aquellos con olivar tradicional, que enfrentan unos costes de producción superiores a los 4,70 euros por kilo. Cano hace un llamado a las cooperativas y productores para que defiendan precios justos que cubran los costes de producción y garanticen la viabilidad del cultivo en el futuro.
Un cambio en las importaciones y la evolución de los stocks
En cuanto a las importaciones, el informe revela un aumento significativo en la compra de aceite de oliva desde otros países, especialmente en los últimos cinco años. De una media de 135.420 toneladas en el primer quinquenio, se ha alcanzado una media de 218.180 toneladas en el segundo. Este aumento ha contribuido a la reducción de los stocks iniciales de cada campaña, un fenómeno que pone en evidencia la creciente demanda del producto en los mercados internacionales.
Retos del futuro: cambio climático, rentabilidad y escasez de agua
A largo plazo, UPA advierte sobre varios factores que podrían limitar la producción de aceite de oliva en España, tales como los efectos del cambio climático, el envejecimiento de las explotaciones agrarias y la escasez de agua. Los cultivos en olivar tradicional, con parcelas de elevada pendiente y altos costes de mecanización, presentan serias dificultades para mejorar los rendimientos y asegurar la sostenibilidad del sector.