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Sigfito ha lanzado una campaña de comunicación para dar visibilidad a la labor ambiental de la agricultura frente a la crisis climática. Su lema, "Producimos medio ambiente", introduce uno de los principales proyectos europeos en la lucha contra el cambio climático.
La Agencia Estatal de Meteorología alerta que el calentamiento atmosférico ya ha alertado la duración de las estaciones, adelantando las épocas de floración y cosecha. Las olas de calor extremo y la reducción de las precipitaciones limitan la disponibilidad de agua y por tanto la productividad agraria. El estrés hídrico plantea, incluso, la obligación de desplazar la producción de algunos cultivos estivales al invierno. Las altas temperaturas también inciden en una mayor proliferación y propagación de insectos, malas hierbas invasoras o enfermedades.
Frente a todo este proceso, ¿qué está haciendo la agricultura? Algunas prácticas fundamentales son la rotación de cultivos para adaptarlos a la disponibilidad del agua, ajustar las épocas de siembra a las pautas de temperatura y precipitación y utilizar variedades de cultivos más adecuadas a las nuevas condiciones resistentes al calor y a la sequía.
El sector agrícola es el principal interesado en contribuir a la desaparición del cambio climático. La conservación de suelos juega un papel fundamental para poder reducir los gases de efecto invernadero. España participa de forma activa en la iniciativa internacional 4 por 1.000, lanzada por Francia durante la COP 21, que busca establecer acciones concretas sobre el almacenamiento de carbono en los suelos a través de diversas prácticas. Solo con una tasa de crecimiento anual del 0,4% en las reservas de carbono del suelo bastarían para reducir significativamente la concentración del CO2 en la atmósfera.
¿Cómo lograrlo? Por ejemplo, reduciendo la deforestación, no dejando el suelo desnudo y nutrirlo con estiércol o restaurando los cultivos y los pastizales, así como los bosques deteriorados, las zonas áridas y semiáridas de nuestro planeta, plantar árboles y legumbres, recolectar el agua de debajo de las plantas... Las medidas son muchas y muy variadas. La adhesión o no a este proyecto es voluntaria y le corresponde, a cada actor, decidir de qué manera quiere contribuir a alcanzar la meta. España participa a través del INIA y del Ministerio de Agricultura, en colaboración con diversas instituciones europeas.