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Con motivo de la celebración de la mesa redonda titulada "Innovación y estado actual en el ámbito de los tratamientos del olivo", organizada con motivo del XX Aniversario de Expoliva, ha participado como ponente en la que Francisco Morell, Agronomy Europe Lead de ICL, donde ha repasado los aspectos de las propuestas de la compañía para mejorar la fertilidad del suelo, y mejorar la sostenibilidad del cultivo del olivar.
Desde el punto de vista de Francisco Morell, la innovación en la fertilización del olivo es necesaria para poder adaptarse a los nuevos esquemas de producción, como son la producción ecológica o los sistemas de producción integrada, y poder optimizar el uso de los recursos y la rentabilidad del olivar, así como la conservación del entorno natural y reducir la huella de carbono para la producción de aceite.
Un manto verde de olivos que debemos cuidar
Las zonas olivareras forman un inmenso manto verde que, a lo largo del año, que vemos cambiar de tonalidades a lo largo de cada campaña. En la Península Ibérica el olivar ocupa casi 3 millones de hectáreas, de las cuales prácticamente 2,5 millones en España y 1,5 millones en Andalucía.
Para mantener el verdor de ese manto de olivares y su capacidad de producir aceite, son necesarios varios factores, como es el correcto aporte de agua y tener un suelo fértil que pueda aportar los nutrientes necesarios para el cultivo. El olivo, como todos los cultivos, toma la mayor parte de los nutrientes del suelo y, además, sus necesidades nutricionales se pueden complementar mediante aplicaciones foliares. Una herramienta que podemos utilizar para conocer bien nuestro sistema, y definir el plan de fertilización, son análisis de suelo aunque con la incertidumbre de la disponibilidad de los nutrientes para el cultivo. También podemos hacer análisis foliares, para disponer de un diagnóstico del estado nutricional de nuestro cultivo, y planificar la estrategia de fertilización a largo plazo.
En general, en una plantación de olivar adulta tradicional se realiza un aporte (entre abonos sólidos y fertirrigación) de entre 200 y 400 kg/ha de K (potasio), junto con unos 100 kg/ha de P (fósforo), y de 100 a 120 kg de N (nitrógeno), a lo que se añaden las aplicaciones foliares. Para realizar los ajustes necesarios, es conveniente realizar una tener en cuenta los resultados de los análisis de suelo y foliares realizados, así como las condiciones agronómicas de nuestras parcelas.
Fertilización natural con Polysulphate
A la hora de establecer estas estrategias de fertilización, desde ICL planteamos el uso de Polysulphate como fuente de potasio y como aporte de macroelementos secundarios. Polysulphate es un fertilizante natural, para olivo convencional y ecológico, que aporta potasio, magnesio, calcio, y azufre en forma de sulfato. Este abono natural que tan solo lleva en el mercado cinco años, con el fin de evaluar la respuesta del cultivo y del suelo al aporte de Polysulphate, ICL ha puesto en marcha desde principio de 2021 dos ensayos a largo plazo.
El primer ensayo es en olivo ecológico, en Madrigalejos, Cáceres, con el soporte técnico del CICYTEX. Se trata de un olivo intensivo, en conversión a ecológico, con una plantación de 14 años de la variedad arbequina y nivel de producción entre 7-8 mil kilos de oliva/ha, 1200 y 1500 litros de aceite por hectárea. En este ensayo se va a evaluar el encaje de Polysulphate en el caso de conversión de olivar convencional a ecológico con tres objetivos: mantener el nivel de producción; pasar de una proporción de 20-80 del aporte de fertilizantes entre sólido-fertirriego, a 80% del aporte en sólido y el 20% con el riego; y, por último, mejorar la fertilidad del suelo.
El segundo ensayo, en Olivo convencional, en la localidad de Baeza, se ha establecido en colaboración con el International Potash Institute (organismo internacional con el que colabora ICL) y con la coordinación técnica y científica de Juan Vilar y Asociados. Se trata de una plantación, de 40 años de edad, variedad picual, con un nivel de producción en torno a los 20-25.000 kg/ha de oliva, y 6000 litros de aceite por hectárea. Se está evaluando el uso de Polysulphate, dentro del plan de fertilización, así como aportes foliares de potasio, y haciendo un seguimiento en detalle de la respuesta del cultivo.
Estos dos ensayos forman parte de estudios que se llevarán a cabo durante al menos los próximos tres años, evaluando también el impacto ambiental de cada estrategia y la huella de carbono de la producción de 1 litro de aceite con Polysulphate. En este sentido, con Polysulphate tenemos un buen punto de partida, ya que la huella de carbono de su producción son solo 34 g de CO2 por un 1 kg de Polysulphate.
Francisco Morell terminó su ponencia destacando que “necesitamos innovar para adaptarnos a los nuevos esquemas de producción, como la producción ecológica, y mejorar la eficiencia en el uso que hacemos de los recursos para mejorar la rentabilidad del olivar, y la conservación del entorno rural y natural. Lograr reducir la huella de carbono y mejorar la sostenibilidad de la producción de aceite de oliva son objetivos fundamentales. Y en este contexto, esta es la propuesta de productos y tecnologías innovadoras que ofrece ICL para conseguirlo”.