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Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) perteneciente al Campus de Excelencia Internacional CeiA3, ha aplicado un hongo como alternativa biológica para derrotar a la mosca del olivo, un insecto que puede producir hasta el 40% de pérdida en la producción y reducir la calidad de la aceituna de mesa, así como la del aceite de oliva al incrementar su acidez.
Trabajando en campos de cultivo convencionales, han logrado reducir la densidad de población de la mosca del olivo en un 50% con este sistema de control biológico. “En la provincia de Córdoba, en zonas productoras como el entorno de Baena, existen tres picos poblacionales de la mosca del olivo (Bactrocera oleae) en el cultivo, uno en primavera y dos en otoño”, indica Inmaculada Garrido Jurado, investigadora de la unidad de Entomología Agrícola que dirige el catedrático Enrique Quesada.
Para combatir la plaga, los científicos han empleado un enemigo natural de la mosca del olivo. Se trata del hongo Metarhizium brunneum. “Está presente de manera natural en el suelo y desde el siglo XIX se sabe que regula poblaciones de insectos”, añade Meelad Yousef, doctorando del equipo de investigación de la UCO. “Empleamos organismos presentes de forma natural en el entorno y, por lo tanto, no introducimos elementos biológicos ajenos al entorno del olivar”, resume su compañera. El empleo de este hongo como agente biológico de plagas permite, además, cumplir las disposiciones de la directiva comunitaria, traspuesta en un real decreto de 2012 para el uso sostenible de productos fitonasitarios, y constituirse como una herramienta ambientalmente responsable.
El hongo actúa por contacto con la mosca del olivo. Mediante unas enzimas es capaz de penetrar en el insecto a través de la cutícula del mismo, la parte que le aísla del exterior. El hongo, que infecta al insecto, le produce la muerte bien por su crecimiento en el interior del cuerpo, bien por la producción de compuestos insecticidas.